Por aquellos tumultuosos años 80 existía aquí en Chilito una revista izquierdosa, llamada "La Bicicleta", a la que la Brujita se hizo adicta rápidamente.
En sus primeras páginas -las que fueron de un lindo amarillo por un buen tiempo- apareció un superantihéroe o un antisuperhéroe chileno: el Supercifuentes, salido de la imaginación, pluma y lápices del genial Hervi.
Este personaje, chileno hasta el tuétano, se dedicó a hacer de las suyas por unos cuantos números de la mentada Bicicleta. Su señas, según Hervi, eran:
chico, pelado, cesante, no fuma, no bebe, jamás se le ha visto con mujeres, no tiene auto, ni equipo stereo, no usa desodorante de marca conocida: o sea, las características típicas del individuo resentido y antisocial, lleno de una agresividad latente que sin duda lo llevará a un mal fin. Le presté diez lucas el mes pasado y nunca más lo vi.
El Supercifuentes dedicaba su vida a luchar por el bien hasta dejar al mal hecho una porquería. Esto lo hacía en sus ratos libres, pues en realidad se llamaba Segundo Cifuentes, estucador a sus órdenes, se hacen trabajos de construcción en general... Aunque se le pasaban los días como vendedor ambulante en Consumópulis, vendiendo artículos de primera necesidad como las espiroquetas inflables, conchófonos digitales, espejos retrovisores de Wc, y un largo etcétera.
De alguna extraña manera, se las arreglaba siempre para quedar preso de las fuerzas del orden en el último cuadro.
Aquí van unas cuantas de sus aventuras:
Agradecemos especialmente a Hervi por enviarnos las aventuras del Cibercifuentes, y la lámina a todo color que encabeza el artículo. El Cibercifuentes fue publicado en en el diario electrónico El Mostrador, mientras el caballero estuvo en Londres. Estas aventuras del superhéroe eran desconocidas para nosotros.